La ciclo génesis esa de marras empieza a hacer efecto, desde Castuera hasta Medellín, con viento fortísimo helado y por suerte, de lado. En un despiste una racha me tiró a la cuneta, suerte que había un terraplén para frenar. Que viento por dios!
Ya llego a Medellín, busco y encuentro de casualidad a un policía local, que muy amable me conduce al polideportivo donde lo primero que miro es si flotan las colchonetas del agua que está cayendo. El viento parece soplar en la oreja, con una fuerza que acojona y todo.
Aun así, me quedo ko en un plis.
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